Un día miré, miré honestamente
Había probado todo ciegamente
Y vi que no valía la pena vivir en este mundo
Un día oí, oí de cierto hombre
Que podía guiarme para siempre
Y clamé a Cristo y Él entró en mi corazón
Un día miré, miré honestamente
Había probado todo ciegamente
Y vi que no valía la pena vivir en este mundo
Un día oí, oí de cierto hombre
Que podía guiarme para siempre
Y clamé a Cristo y Él entró en mi corazón